¡Qué aplazo!
Había estudiado todo el día para el examen
final. Llegué a la escuela, a las diez, aún no era la hora. Cuando me
entregaron la hoja me di cuenta que me faltaba un lente de contacto. No sabía
qué hacer. Veía todas las letras borrosas. No llegué a hacer ni un ejercicio. El
profesor me quitó la prueba, la observó y me puso un cero.
Llegué a mi casa aplazado.
Estaba desesperado. Busqué y busqué y nada. Se hizo de noche. Fui a guardar el
otro lente. Cuando abrí la cajita, estaba allí.
Le conté a mamá y me dijo, cómo podía ser. Luego fue a hablar a la escuela. Al
día siguiente me tomaron nuevamente la evaluación..
Sofía Biglione
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