Un examen
con tristeza
Hoy
me levanté en un día como cualquier otro. Fui a la pieza de mis padres para
buscar a mi perro, pero no estaba. Lo busqué por todos lados, en el patio, en el
baño; pero ninguna señal. Desperté a mi mamá y empezamos a buscar. No lo
encontramos.
Ya
casi era la hora para entrar a clases. Me cambié rápido y me fui. Había
olvidado que tenía que estudiar para el examen.
Entré
a clases corriendo y el profesor dijo: saquen una hoja, prueba final… Me agarré
la cabeza exclamando: ¡No! Pero ya era demasiado tarde. El maestro había
escrito las preguntas en el pizarrón. En ese mismo instante me llamaron de la
dirección, mi perra había fallecido. Me largué a llorar. Volví al examen. Me
senté y tenía la hoja ahí. No pude hacerlo, ya que la
tristeza rodeaba todo mi cuerpo… Estaba aplazado.
Llegué
a mi casa, y corrí hacia mi mamá y le di un fuerte abrazo. Le conté que no
había aprobado, pero me iban a dar una oportunidad más ya que le conté lo
sucedido. Mi mamá no me escuchó de lo triste que estaba.
Entré
de vuelta a la escuela para rehacer el examen. Me senté hice la prueba, salí, y
había aprobado, pero igual no estaba contento…
Lila Gerber
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